Por las alturas de Sallaq, en Urcos, vivía una anciana con su hija, una “mamacu” como se les conoce a las personas de edad muy avanzada, día y noche pasaban juntas. Un día pasaba por allí un joven, al ver a la muchacha tan bella quedó prendado de ella hasta que se hizo tarde, al ver la noche encima el joven decidió irse, pero ella insistió en que se quede y pase la noche en su casa, se enamoraron y juraron amarse por siempre.
Así pasaron varios días y cuando se les acabó los alimentos el joven bajó al pueblo jalando una llama, para robar algo de víveres de la despensa de su casa. Esperó paciente que sus padres caigan en el profundo sueño y en el momento más lóbrego de la noche, entró a la casa, entonces uno de los perros ladró advirtiendo su presencia, el padre del muchacho bajó con un hacha y sorprendió al ladrón dándole muerte, sin saber que se trataba de su propio hijo.
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