En 2010 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad
La danza de tijeras es considerada una de las expresiones artísticas de mayor exigencia física y dueña de un aura mística singular. ANDINA/Difusión
09:28 | Lima, jul. 30.
La
Danza de Tijeras es un baile ritual cuyo origen se remonta a la
civilización chanka, que rivalizó con los incas en el siglo XV y se
extendió por la cordillera andina central del Perú, en las actuales
regiones Huancavelica, Ayacucho y Apurímac.
Esta danza forma parte de la identidad de estas regiones y ayer cobró protagonismo al participar un grupo de danzantes en la ceremonia de juramentación simbólica del presidente Pedro Castillo celebra en la Pampa de Ayacucho.
Los intérpretes de esta ancestral danza sostienen que descienden de los "tusuq laykas"
que eran sacerdotes, adivinos y curanderos prehispánicos. Durante la
época colonial fueron conocidos como "supaypa wawan" o hijos del
demonio, por lo que fueron perseguidos por la iglesia católica y las
autoridades españolas de entonces. Ello los obligó a refugiarse en las
zonas altoandinas.
Con
el paso del tiempo, los colonizadores aceptaron que volvieran a danzar,
pero condicionándolos a rendir tributo a Jesús y a los santos. Así se
iniciaría la tradición de ejecutar esta danza en las fiestas patronales.
Danza competitiva
La Danza de Tijeras se expresa como una competencia
y su ejecución coincide con fases importantes del calendario agrícola.
Debe su nombre a las dos hojas de metal pulimentado, parecidas a las de
una tijera, que los bailarines blanden en su mano derecha.
Se ejecuta en cuadrillas
y cada una de ellas –formada por un bailarín, un arpista y un
violinista– representa a una comunidad o un pueblo determinado. Para
interpretar la danza se ponen frente a frente las cuadrillas de
bailarines, quienes al ritmo de las melodías interpretadas por los
músicos que les acompañan, tienen que entrechocar las hojas de metal y
librar un duelo coreográfico de pasos de danza, acrobacias y movimientos
cada vez más difíciles.
Ese duelo entre los bailarines, llamado “atipanakuy” en quechua, puede durar varias horas, y los criterios para determinar
quién es el vencedor son la destreza física y las coreografías de los
ejecutantes y la calidad interpretativa de los músicos que acompañan la
danza.
Los bailarines, que llevan atuendos bordados con franjas doradas, lentejuelas y espejitos,
tienen prohibido ingresar a las iglesias con esta indumentaria porque
sus capacidades, según la tradición, son "fruto de un pacto con el
demonio". Esto no ha impedido que la danza de las tijeras se haya
convertido en un componente apreciado de las festividades católicas.
Los conocimientos físicos y espirituales implícitos en la danza se transmiten oralmente de maestros a alumnos, y cada cuadrilla de bailarines y músicos constituye un motivo de orgullo para los pueblos de los que provienen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario