Dos muchachos de mala índole, acostumbrados a martirizar a los animales, fugaron del hogar, llevando consigo al menor de sus hermanos con engaños y halagos, en la esperanza de librarse del trabajo de la chacra y de ayudar a sus ancianos padres, viviendo en la vagancia y ociosidad.
Fatigáronse a su vez; agotadas las provisiones y sin rumbo, muertos de hambre, y extraviados en la puna, se pusieron a descansar. Anchi, que éste era el nombre del chicuelo, arrepentido de haber cedido a la seducción, quedóse profundamente dormido...[...]
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