En Guatemala, un antiguo concepto vuelve a cobrar fuerza: la cooperativa. Los pequeños agricultores indígenas de los cafetales hacen frente a las circunstancias más adversas en un país marcado por una sangrienta historia de guerra civil. Con su cooperativa, estos pequeños agricultores se encuentran ahora entre los más importantes exportadores de café en el país.
Esta preciada materia prima ha marcado desde siempre la historia de los pueblos mayas en Guatemala. Primero, los colonizadores les arrebataron sus tierras. Luego, los latifundistas alemanes los sometieron a trabajos forzados en sus plantaciones. Ahora, organizados en forma de cooperativa, los pequeños productores exportan su café al mundo entero.
Todo comenzó hace 30 años bajo la iniciativa del suizo Ulrich Gurtner, cuyo objetivo siempre fue fomentar la independencia económica de los pequeños agricultores y, por ende, la emancipación social de los mayas. Un total de 24.000 pequeños agricultores se han unido en la federación de cooperativas Fedecocagua.
La federación vende el café de sus socios directamente en bolsa y los libera así del lastre de los intermediarios. Además, intenta liberarlos de la dependencia que puede generarse de las ayudas al desarrollo. Una meta sumamente complicada en un país en el que el tres por ciento de la población posee el 70 por ciento de las tierras. La oligarquía sigue dominando la política del país.
Por eso, hasta el día de hoy, apenas se han esclarecido las atrocidades cometidas durante la larga guerra civil, que se cobró la vida de 200.000 personas, en su mayoría pertenecientes a los pueblos mayas. Aunque en 1996 se firmó el acuerdo de paz, Ulrich Gurtner tiene la sensación de que la guerra contra los habitantes originarios del país nunca cesó del todo.
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