En 1928. el arqueólogo (peruano) Julio Tello, encontró una necrópolis con restos de individuos de una antigua civilización, algunos tenían más de 3.000 años de antigüedad, y presentaban un rasgo nunca antes visto, sus cráneos eran alargados y más grandes de lo normal.
En total, se encontraron más de 300 evidencias de una cultura que difería bastante de lo que se había encontrado hasta el momento. Actualmente, tras 5 años de investigación y análisis del ADN, se ha descubierto su verdadero origen.
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