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Supe Puerto, may. 4. En el valle de Supe, provincia limeña de Barranca, la Zona Arqueológica Caral (ZAC) emprende el rescate del algodón nativo de color que hace 5,000 años ya existía en el Perú, siendo Caral la primera civilización hispanoamericana que utilizaba la fibra natural en sus tejidos que hasta hoy mantienen sus tonos.
“Con los agricultores del lugar estamos revalorando
nuevamente el algodón de color cuya siembra los gobiernos de turno en un
momento la prohibieron argumentando que contaminaba, y ahora otra vez se permite su cultivo bajo un reglamento”, puntualizó a la Agencia Andina Evedardo Vitonera Herrera, coordinador de Relaciones Comunitarias de la ZAC, que dirige Ruth Shady.
Añadió que en el valle de Supe ya se cuenta con parcelas experimentales y se trabajan con ingenieros de la Universidad Nacional Agraria, que les enseñan a crear el ADN de dicho algodón –se tiene en colores marrón, beige y verde- así como que por su fibra, tamaño y espesor sea competitivo en los mercados.
Resaltó que
ahora se ha terminado hilándolo que era difícil por su fibra corta.
“Creemos que los resultados de la campaña que se promueve para la
recuperación del algodón nativo serán óptimos, porque se está logrando
obtener 23 milímetros de longitud de la fibra, de los 27 que el marcado
pide; con que lleguemos a 25 este 2016 creo que sería un paso para
poder convertirnos en competitivos a nivel mundial pero ya con una fibra
de color”, anotó.
Sostuvo que en cualquier parte del mundo causará impacto si se le da el valor que corresponde, pues no requiere ningún tipo de teñido con productos químicos, y tiene un gran potencial para la industria de la confección, con respecto a otros algodones comerciales como el Tangüis o el Pima.
Vitonera dijo que a
través del taller “Manos delicadas” se capacita integralmente a los
agricultores de los centros poblados de Supe, desde el sembrado, hilado,
hasta el producto final que es la variedad de prendas de vestir que se
tejen muchas veces a mano, carteras y adornos, entre otros accesorios,
que se comercializan en ferias de Lima.
“Algunos de los agricultores a los que se les ha capacitado han formado Asociaciones de Tejedores que funcionan muy bien, pero queremos avanzar un poquito más porque la tecnología es importante”, anotó.
Por su parte, el arqueólogo Luis Miranda precisó que el
algodón nativo de característico color marrón, sembrando en todo el
valle de Supe y cuyos ovillos se hallaron en algunas excavaciones
realizadas en Caral y en el complejo arqueológico de Áspero, fue intercambiado con los pescadores que con este producto agrícola comenzaron a confeccionar sus redes de pesca,
algunas con la cocada muy pequeña para los cardúmenes de anchoveta y
otras con las cocadas un poco más grandes para otro tipo de peces como
jureles, lornas y cachemas.
“El color marrón es ideal para hacer la red porque a la hora que está extendida para la pesca no se nota en el mar”, anotó.
Incidió en que
es muy importante volver a utilizar el algodón nativo porque está
adecuado a la zona, no contraen plagas y entonces no es necesario el uso
de insecticidas, a diferencia del algodón blanco, cuyo costo de
producción es elevado e incluso hay temporadas que no producen mucho.
Dentro del proyecto para la recuperación del algodón nativo- continuó- se
ha repartido a los agricultores semillas de algodón para que ellos
siembren en los bordes de sus parcelas, pero a su vez se tiene un
centro de investigación dirigido por la ZAC, donde se cultivan
hectáreas de esta especie, y los ingenieros agrícolas van monitoreando
cómo marcha la producción.
En el Perú,
el cultivo del algodón nativo de color se centra principalmente en la
zona norte, sobre todo en los departamentos de Lambayeque, Piura y San
Martín.
Anchoveta
De otro lado, Miranda remarcó que en
Áspero, la ciudad pesquera de la civilización Caral, se han encontrado
huesos de pescado lográndose identificar 33 especies, entre jurel,
bonito, lorna, cachema, entre otras; es decir todos los pescados que aún
consumimos, pero entre el 60 a 70 por ciento eran de anchoveta y
sardina.
Agregó que la anchoveta ahora
ya no la consumen mucho pero hay campañas que cada año se realizan
para revertir esta situación, porque entre otros peces es el más
nutritivo al poseer omega 3. “La población de Áspero la consumió hace
5,000 años y quizá por ello tuvo un gran desarrollo. Sus pobladores
tenían una alimentación balanceada de pescados, mariscos, así como de
productos vegetales, frutales y hierbas aromáticas que mezclaban con la
preparación del pescado”, refirió.
En
ese contexto, manifestó que la ZAC promociona el valor nutritivo de la
anchoveta y el Estado mismo mediante festivales donde se han preparado
una diversidad de potajes.
Miranda mencionó más adelante, que en
la época de Caral en las excavaciones solo hallaron el choro de nombre
científico “choromytilus chorus” o choro azul, que medía de 13 a 21
centímetros de largo, y que ya no está en las playas de esta zona donde
abundaba, pues ha sido reemplazado por el actual choro común “Aulacomya
ater” , debido a los cambios climáticos.
“Este
choro es de profundidad y había que bucear para obtenerlo. Es de aguas
fría y este es un indicador de que hubo un cambio climático a finales de
la época de Caral, que produjo que disminuyera el tamaño de los
choros”, concluyó.
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