domingo, 1 de mayo de 2016

Caral impulsa producción del algodón de colores y tradiciones pesqueras

Por Teresa Mariscal, enviada especial

16:42.
Supe Puerto, may. 4. En el valle de Supe, provincia limeña de Barranca, la Zona Arqueológica Caral (ZAC) emprende el rescate del algodón nativo de color que hace 5,000 años ya existía en el Perú, siendo Caral la primera civilización hispanoamericana que utilizaba la fibra natural en sus tejidos que hasta hoy mantienen sus tonos.

“Con los agricultores del lugar estamos revalorando nuevamente el algodón de color cuya siembra los gobiernos de turno en un momento la prohibieron argumentando que contaminaba, y ahora otra vez se permite su cultivo bajo un reglamento”, puntualizó a la Agencia Andina Evedardo Vitonera Herrera, coordinador de Relaciones Comunitarias de la ZAC, que dirige Ruth Shady.


Añadió que en el valle de Supe ya se cuenta con parcelas experimentales y se trabajan con ingenieros de la Universidad Nacional Agraria, que les enseñan a crear el ADN de dicho algodón –se tiene en colores marrón, beige y verde- así como que  por su fibra, tamaño y espesor sea competitivo en los mercados.

Resaltó que ahora se ha terminado hilándolo que era difícil por su fibra corta. “Creemos que los resultados de la campaña que se promueve para la recuperación del algodón nativo serán óptimos, porque se está logrando obtener 23 milímetros de  longitud de la fibra, de los 27 que el marcado pide; con que lleguemos a 25 este 2016 creo que sería un paso para poder convertirnos en competitivos a nivel mundial pero ya con una fibra de color”, anotó.


Sostuvo que en cualquier parte del mundo causará impacto si se le da el valor que corresponde, pues no requiere ningún tipo de teñido con productos químicos,  y tiene un gran potencial para la industria de la confección, con respecto a otros algodones comerciales como el Tangüis o el Pima.

Vitonera dijo que a través del taller “Manos delicadas” se capacita integralmente a los agricultores de los centros poblados de Supe, desde el sembrado, hilado, hasta el producto final que es la variedad de prendas de vestir que se tejen muchas veces a mano,  carteras y adornos, entre otros accesorios, que se comercializan en ferias de Lima.



“Algunos de los agricultores a los que se les ha capacitado han formado Asociaciones de Tejedores que funcionan muy bien,  pero queremos avanzar un poquito más porque la tecnología es importante”, anotó. 

Por su parte, el arqueólogo Luis Miranda precisó que el algodón nativo de característico color marrón, sembrando en todo el valle de Supe y cuyos ovillos se hallaron en algunas excavaciones realizadas en Caral y en el complejo arqueológico de Áspero, fue intercambiado con los pescadores que con este producto agrícola comenzaron a confeccionar sus redes de pesca, algunas con la cocada muy pequeña  para los cardúmenes de anchoveta y otras con las cocadas un poco más grandes para otro tipo de peces como  jureles, lornas y cachemas.


“El color marrón es ideal para hacer la red porque a la hora que está extendida para la pesca no se nota en el mar”,  anotó.

Incidió en que es muy importante volver a utilizar el algodón nativo porque está adecuado a la zona, no contraen plagas y entonces no es necesario el uso de insecticidas, a diferencia del algodón blanco, cuyo costo de producción es elevado e incluso hay temporadas que no producen mucho.

Dentro del proyecto para la recuperación del algodón nativo- continuó- se ha repartido a los agricultores semillas de algodón para que ellos siembren en los bordes de sus parcelas, pero a  su vez se tiene un centro de investigación dirigido por la ZAC, donde se cultivan  hectáreas de esta especie, y los ingenieros agrícolas van monitoreando cómo marcha la producción.

En el Perú, el cultivo del algodón nativo de color se centra principalmente en la zona norte, sobre todo en los departamentos de Lambayeque, Piura y San Martín.



Anchoveta 

De otro lado, Miranda remarcó que en Áspero, la ciudad pesquera de la civilización Caral, se han encontrado huesos de pescado lográndose identificar 33 especies, entre jurel, bonito, lorna, cachema, entre otras; es decir todos los pescados que aún consumimos, pero entre el 60 a 70 por ciento eran de anchoveta y sardina.

Agregó que la anchoveta ahora ya no la  consumen mucho pero hay campañas que cada año se realizan para revertir esta situación, porque entre otros peces es el más nutritivo al poseer omega 3. “La población de Áspero la consumió hace 5,000 años y quizá por ello tuvo un gran desarrollo. Sus pobladores tenían una alimentación balanceada de pescados, mariscos, así como de productos vegetales, frutales y hierbas aromáticas  que mezclaban con la preparación del pescado”, refirió.

En ese contexto, manifestó que la ZAC promociona el valor nutritivo de la anchoveta y el Estado mismo mediante festivales donde se han preparado una diversidad de potajes.

Miranda mencionó más adelante, que en la época de Caral en las excavaciones solo hallaron el choro de nombre científico “choromytilus chorus” o choro azul, que medía de 13 a 21 centímetros de largo, y que ya no está en las playas de esta zona donde abundaba, pues ha sido reemplazado por el actual choro común “Aulacomya ater” , debido a los cambios climáticos.

“Este choro es de profundidad y había que bucear para obtenerlo. Es de aguas fría y este es un indicador de que hubo un cambio climático a finales de la época de Caral, que produjo que disminuyera el tamaño de los choros”, concluyó.

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