Mujeres danzantes de tijeras hacen las mismas proezas que sus colegas varones
Las warmi dansaqs participan en fiestas de pueblos y en actividades en Lima
Por José Vadillo Vila
11:01.
Lima, abr. 21. Se hacen llamar warmi dansaqs o warmi galas. La presencia de las mujeres en la tradicional danza de las tijeras avanza de a pocos. Ellas participan en las fiestas de los pueblos y en actividades en Lima y aseguran que pueden hacer las mismas proezas que sus colegas varones.
Elástica como una goma de mascar, “Palomita” dobla su cuerpo mientras lleva la melodía, acompasadamente, con las tijeras. El
punto más elevado de su presentación es cuando muerde la punta de sus
zapatillas, mientras hacen contrapunteo el arpa de “Leoncha de Chiuire” y
el violín de “Qori Sucre”.
Elizabeth
López Ysase es el alter ego de la “Palomita de San Antonio de Puquio”.
Tiene 36 años de edad y es una de las pioneras de la warmi dansaq, como
las llaman en Ayacucho. O warmi gala, como se les dice en Huancavelica.
En los últimos trece años ha danzado con tijeras.
Aunque
limeña, la danza de las tijeras despertó en Elizabeth de manera
natural: la “heredó” de sus abuelos, que eran dansaqs ayacuchanos; y de
sus tíos, que son músicos de estas lides. Tiene el respaldo de sus
padres. Sus hermanos respetan, mirando de lejos, el arte de la única
dansaq de la familia.
Ganarse el respeto
¿Es
difícil querer hacerse un sitio en una danza tan relacionada
históricamente con los hombres? “Al comienzo fue un poco difícil porque
hay cierto machismo, pero cada warmi gala se va ganando un respeto, una
talla. Creo que depende de cómo el artista sepa llevar [su carrera]”.
Hoy,
tanto sus compañeros del arte como el público en general reconocen el
trabajo de ‘Palomita’, que es invitada a las actividades de los maestros
de este oficio de las tijeras. Y fue parte del documental Sigo siendo
(2013), del cineasta Javier Corcuera.
Las mismas proezas
No hay diferencias entre la danza de tijeras masculina y la femenina, salvo que las segundas llevan sombreros.
“Hacemos
las mismas proezas que los hombres; las mismas secuencias desde el
inicio hasta el final. Igual que ellos, nosotras nos tiramos al piso,
nos pasamos cuchillos, hacemos todas las secuencias, faquirismo. No hay
diferencia con un varón”, explica ‘Palomita’, que ahora alista a una
niña que quiere seguir sus pasos.
Tal
vez el próximo año suba con ella al “ensayo ceremonial”, que se da
durante la Semana Santa, cuando los danzantes se presentan junto a sus
discípulos.
A partir de mayo, las warmi dansaqs son contratadas para las fiestas de las cruces que se reproducen en los pueblos andinos.
Las
galas de Ayacucho y Huancavelica tienen estilos distintos. Por ejemplo,
en “la tierra del mercurio” la costumbre es verlas competir en las
fiestas de Navidad, Año Nuevo y la Bajada de Reyes.
Desde los ochenta
Aunque
sea un baile y ritual mágico-religioso relacionado con la revolución
silente del Taki Oncoy, del siglo XVI, la danza de las tijeras empezó a
popularizarse en Lima en los ochenta, producto de las olas migratorias
del campo a la ciudad.
El maestro Rómulo
Huamaní, quien suma 45 años como el afamado danzante ‘Qori Sisicha’,
cuenta que en Ayacucho las mujeres se limitaban al papel de ‘guiadoras’
en la danza de las huaylías, tradicional en las fiestas dedicadas al
Niño Dios. Luego aprendieron, en pueblos y comunidades, los pasos de los
danzantes.
Prepararse para ser dansaq toma
varios meses, entre memorizar los pasos, conocer las secuencias
musicales y la forma de cómo tocar la danza de las tijeras, entre otros
detalles imprescindibles.
¿Aceptación total?
La
presencia actual de las warmi dansaqs en los pueblos es mayor: son más
frecuentes en los eventos de asociaciones culturales y de residentes
provincianos en la capital.
En las fiestas
pueblerinas, ellas deben soportar la misma rutina que los hombres:
bailar día y noche, descansar tres horas, volver a la rutina durante una
semana, que es el promedio de las festividades patronales.
Mario
Huamaní, ‘Qoronta’, dansaq con 37 años de vida artística, dice que aún
en algunos pueblos de Ayacucho dudan de las warmi dansaqs porque las ven
frágiles y piensan que no durarán los siete días de actividades.
“Hoy
en día las mujeres pueden hacer lo que hacen los varones”, dice ‘Yawar
Nina’, estirando las piernas con la flexibilidad de Jean Claude Van
Damme. Ella se preparó durante año y medio antes de lanzarse a los
escenarios de pueblos, comunidades y de Lima.
Luzmila
Soto Canchero tiene 19 años, y casi tres años como warmi gala. Es de
Castrovirreyna, Huancavelica. Y en carne propia sabe que el camino de
las mujeres danzantes no ha sido de rosas.
Con
año y medio en escena, Maribel Roxana Quillas es la warmi dansaq más
joven y la única del distrito de Carmen Salcedo-Andamarca (Lucanas,
Ayacucho), tierra de maestros danzantes de tijeras.
El
nombre de “Maligna de Andamarca” se lo dio su maestro, porque vio que
al danzar era muy agresiva. “Yo hacía lo imposible para que no me ganen.
Por eso me pusieron ese sobrenombre”, cuenta.
Maribel
lleva año y medio danzando y solo conoce a un puñado de warmi dansaqs. Y
una sobrina que quiere seguir sus pasos. Tuvo dos maestros, y
mayormente ensaya sola, viendo videos, escuchando las melodías de la
danza que la apasiona.
Desde niña, su papá
quiso que sea una dansaq. “Me faltan muchos años para salir adelante y
hay que enseñar a los menores para que sigan”. El 25 agosto volverá a
Andamarca, durante el Hatun Yaku Raymi, y hará el pagapu, la ceremonia
de iniciación de los dansaqs, para que el apu wamani le dé fortaleza en
su camino del danzar.
Datos
En 1995, la danza de las tijeras fue reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional del Cultura.
Unesco la reconoció en el 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su antigüedad y valor simbólico.
‘Qori
Sisicha’ celebra 45 años de maestro dansaq el domingo 23, desde las
11:00 horas, en Yawar Plaza Mamara (Av. Latinoamericana 201, Villa María
del Triunfo).
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